martes, 1 de septiembre de 2020

Kumquat, un pequeño cítrico, o cómo aprendemos que no importa como seas, alguien te aceptará y no te hará la puñeta.

¿Cuántas veces has oído lo de “¡Naranjas de la China!”(?), pues bien, las naranjas de la China, existen y son más conocidas por el nombre de Kumquat. Son un cítrico pequeño, de piel lisa y fina, y comestible, y son un auténtico tesoro nutritivo. El Kumquat, es originario de China, se consume entero y su piel es comestible, un pelín dulzona, en cambio, el interior es más amargo con un punto ácido. De hecho, existen determinadas variedades de las que solo se consume la piel. En la península ibérica, se recolecta durante los meses de enero y febrero a medida que cambia de color verde a naranja.

Si buscamos en Google encontramos interesantes textos sobre él.

El responsable de introducir esta fruta en Europa fue el botánico inglés Robert Fortune a mediados del siglo XIX y la llamó Fortunella Margarita.

Como pertenece a la familia de los cítricos, es rico en Vitamina C, potasio y ácido fólico. Posee gran cantidad de fibra. Tienen propiedades antioxidantes gracias a los carotinoides (ácido oxálico, tartárico, málico y cítrico). En menor medida contiene minerales y oligoelementos como magnesio o calcio, por todo ello la OMS recomienda su consumo. Rico en flavonoides y vitamina C, el Kumquat es un gran antioxidante natural que cuida de nuestra salud cardiovascular. Contiene ácido fólico, una vitamina imprescindible en los procesos de división y multiplicación celular que tienen lugar en los primeros meses de gestación, aunque por su composición ácida puede provocar acidez. La vitamina C aumenta la absorción del hierro de los alimentos, por lo que el Kumquat se aconseja en los casos de anemia ferropénica, acompañando a los alimentos ricos en hierro o a los suplementos de este mineral ya que esto acelera la recuperación. Además su contenido en ácido cítrico la convierte en una fruta con propiedades antisépticas sobre las vías digestivas y urinarias. Además, alcaliniza la orina por lo que beneficia a quienes tienen litiasis renal (sobre todo por sales de ácido úrico) y facilita la eliminación de ácido úrico. Esta fruta aporta una cantidad significativa de fibra que favorece el tránsito intestinal y reduce la velocidad de vaciamiento gástrico. Por tanto, es muy útil en regímenes de adelgazamiento, ya que su consumo produce sensación de saciedad.

El Kumquat resulta un cítrico perfecto para la elaboración de mermeladas y confituras, y se pueden preparar deliciosas salsas para carnes similares al chutney (especie de confitura de frutas o verduras cocidas con vinagre, especias, hierbas aromaticas, azúcar,…, originario de la India).

Procedamos a contar cómo elaboramos una mermelada de esta delicia nutritiva. Lava los kumquats, retírales el pedúnculo si lo tuvieran y córtalos por la mitad, retírales la semilla, cargando toda la paciencia de la que presumas, y recoge en un recipiente el jugo que se pueda desprender con la manipulación. A continuación corta los pequeños cítricos en juliana, aunque puedes darle el tamaño que desees, según te guste después encontrar los trocitos. Pon los kumquats y su jugo en un cazo y añade el zumo de naranja, por cada kilo al menos una naranja, y el azúcar, en una proporción del 30%. Empieza a fuego fuerte y en cuanto empiece a hervir, tendrás el almíbar cociendo, baja el fuego al mínimo y deja cocer unos 45 minutos o hasta que veas que tiene textura de mermelada. Durante la cocción, puedes tapar el cazo sin encajar la tapa, dejando un poco de escape para el vapor, y no olvides mover de vez en cuando. Recuerda que cuando se enfríe espesará más.

Esta mermelada es ideal para saborearla en una tostada, para endulzar un yogur, para servir junto a un asado de carne, para hacer aperitivos… una delicia muy versátil.








Me propuse descorchar el 2020 con el deseo de que la magia de ser, de sentir, de fluir y de amar fuese el 'leitmotiv' de mi vida, ya habiendo recorrido 55 años y pensando que la pendiente podría estar variando su dibujo... Después, con la ilusión de la noche incendiándo miradas y sonrisas, en primera persona o por reflejo de los que me rodeaban y especialmente Carmen, madre, abuela y bisabuela, un rumor de deseos y promesas me recordó que somos capaces de todo lo que nos propongamos, que no hay más que 'el creer es poder' confluyendo con la confianza, decisión, voluntad y coraje.

Y acabando el año creo que no hay mejor manera de resumir la esperanza versus desesperanza de este 'Annus horribilis 2020'

No me interesa si la historia que me cuantas es cierta. Deseo saber si puedes defraudar a alguien por ser sincero contigo mismo, si puedes soportar la acusación de traición y no traicionar tu propia alma. Quiero saber si puedes ser leal y confiable. Quiero saber si puedes ver la belleza incluso cuando no sea bonito lo qué vivas cada día.

No me interesa saber cómo te ganas la vida. Quiero saber qué es lo qué más anhelas y si te atreves a soñar para ver realizados los deseos más profundos de tu corazón. Quiero saber si puedes convivir con el fracaso, ya sea mío o tuyo y todavía permanecer en la misma orilla y gritar ante el resplandor de la luna llena ‘sí’.

No me interesa la edad que tienes ni cómo es tu cuerpo. Quiero saber si te arriesgarías a parecer un loco de amor, por tus sueños, por la aventura de estar vivo. Quiero saber si puedes estar con el gozo, ya sea mío o tuyo y si puedes danzar con total libertad y dejar que el éxtasis llene todo tu ser, sin tratar de ser cauteloso, realista o reparar en tus limitaciones como ser humano.

No me interesa qué planetas tienes en cuadratura con tu luna o qué estrellas has hecho tuyas al dibujar tu horóscopo en una noche. Quiero saber si puedes acoger el dolor, ya sea el mío o el tuyo, sin tratar de esconderlo, hacerlo desaparecer o intentar cambiarlo. Deseo saber si has llegado al mismo centro de tu dolor, si te has dejado abrir por las traiciones de la vida o si has llegado a agotarte y cerrarte por miedo a sentir mayor dolor.

No me interesa dónde vives o cuánto dinero tienes. Quiero saber si puedes levantarte por la mañana después de una noche de angustia y desesperación, abatido y herido hasta los huesos y hacer lo necesario por los demás.

No me interesa saber a quién conoces o cómo has llegado hasta aquí. Quiero saber si puedes permanecer en el mismo centro del fuego y no retroceder.

No me interesa saber dónde, qué o con quién has estudiado. Quiero saber qué te sostiene desde el interior cuando todo lo demás se desvanece. Quiero saber si eres capaz de estar a solas contigo mismo y si puedes en esos momentos de vacío, apreciar de corazón todo aquello que encuentres en tu interior.





https://youtu.be/JYtNOsETQK0


“Como ve, todos tenemos en nuestro interior los elementos necesarios para producir fósforo. Es más, déjeme decirle algo qué a nadie le he confiado. Mi abuela tenía una teoría muy interesante, decía que si bien todos nacemos con una caja de cerillas en nuestro interior, no las podemos encender solas, necesitamos oxígeno y la ayuda de una vela. Sólo que en este caso, el oxígeno tiene que provenir, por ejemplo, del aliento de la persona amada; la vela puede ser cualquier tipo de alimento, música, caricia, palabra o sonido que haga disparar el detonador y así encender una de las cerillas.
Por un momento nos sentiremos deslumbrados por una intensa emoción. Se producirá en nuestro interior un agradable calor que irá desapareciendo poco a poco conforme pase el tiempo, hasta que venga una nueva explosión que haga reavivarlo.
Cada persona tiene que descubrir cuáles son sus detonadores para poder vivir, pues la combustión que se produce al encenderse una de ellas es lo que nutre de energía el alma. En otras palabras, esta combustión es su alimento. Si uno no descubre a tiempo cuáles son sus propios detonadores, la caja de cerillas se humedece y ya nunca podremos encender un solo fósforo.
Si eso llega a pasar el alma huye de nuestro cuerpo, camina errante por las tinieblas más profundas tratando vanamente de encontrar alimento por sí misma, ignorante de que sólo el cuerpo que ha dejado inerme, lleno de frío, es el único que podría dárselo. ¡Qué ciertas eran estas palabras! Si alguien lo sabía era ella.
Desgraciadamente, tenía que reconocer que sus cerillas estaban llenas de moho y humedad. Nadie podría volver a encender una sola. Lo más lamentable era que ella sí conocía cuáles eran sus detonadores, pero cada vez que había logrado encender un fósforo se lo habían apagado inexorablemente.
John, como leyéndole el pensamiento, comentó:
- Por eso hay que permanecer alejados de personas que tengan un aliento gélido. Su sola presencia podría apagar el fuego más intenso, con los resultados que ya conocemos. Mientras más distancia tomemos de estas personas, será más fácil protegernos de su soplo.
Tomando una mano de Tita entre las suyas, añadió:
- Hay muchas maneras de poner a secar una caja de cerillas húmeda, pero puede estar segura de que tiene remedio.
Tita dejó que unas lágrimas se deslizaran por su rostro. Con dulzura John se las secó con su pañuelo.
- Claro que también hay que poner mucho cuidado en ir encendiendo las cerillas una a una. Porque si por una emoción muy fuerte se llegan a encender todas de un solo golpe, producen un resplandor tan fuerte que ilumina más allá de lo que podemos ver normalmente y entonces ante nuestros ojos aparece un túnel esplendoroso que nos muestra el camino que olvidamos al momento de nacer y que nos llama a reencontrar nuestro perdido origen divino. El alma desea reintegrarse al lugar de donde proviene, dejando al cuerpo inerte… Desde que mi abuela murió he tratado de demostrar científicamente esta teoría. Tal vez algún día lo logre. ¿usted qué opina?

Música: Hooverphonic 'EDEN'
Texto: Laura Esquivel 'COMO AGUA PARA CHOCOLATE'