jueves, 1 de septiembre de 2022

RENUEVA TUS PASIONES TODOS LOS DIAS (Terri Guillemets)

Escribir sobre los regalos que ofrece el campo y la olivicultura ecológica, de una manera casi poética: sobre todas las cosas, bienestar y calidad de vida. Llegar al olivar, ver cómo esos árboles, los más jóvenes, han cambiado en tan sólo cinco años; los mayores, majestuosos sus troncos y sin descanso en volver a brotar y dar su fruto en abundancia; los medianos, repuestos del desconocimiento de integrar ganadería sin ponerle límites, están encantados de formar parte de un ‘Todo’. Este singular paisaje de olivos me hace sentir libre y feliz. De eso hace 7 años y aún sigo soñando, trabajando y a veces padeciendo entre olivos. Al morir mi padre tome contacto directo con el campo, el pequeño olivar que él había plantado, en representación de mi madre, la propietaria de las 2,5 Ha. Mi profesión ha sido arquitecto técnico, por tanto, no tenía conocimientos previos, pero mi pasión fue decantándose hacia el campo y así aumentó en 350 olivos, el original. El olivar lo trabajamos nosotros mismos: la familia. No tenemos ni subvenciones, ni contratos, ni empleados, ni sueldos. Esto nos hace muy independientes a la hora de trabajar y elegir qué y cómo hacer.
 
                                        

Aparte de un gran gozo personal, el olivar y el campo tal como lo contemplo, me ofrece una visión diferente del mundo. Estar en contacto diario con el paisaje cambiante, las plantas o los usos de la tierra me permite apreciar los cambios que en ellos estamos produciendo y con ello intuir hacia dónde nos podemos dirigir la especie humana si continuamos tan alejados del primer eslabón de la vida que es la naturaleza. Quiero imaginar que en algún momento volverá aquella idea que a muchos llevó a vivir en el campo: cómo podemos ser felices si no tocamos la tierra con las manos, cómo podremos sentirnos libres si no tenemos un paisaje donde soñar.

Mi deseo para el mundo rural es lograr una sociedad mejor armonizada, donde la agricultura y la ganadería tengan un manejo ecológico, el campo esté lleno de biodiversidad, con olivares vivos. Desde mi posición de autónomo y emprendedor me gustaría que las cooperativas y asociaciones agrarias trabajaran por la calidad y fueran más responsables con el medio ambiente y que se lograran más unión y asociación ante los individualismos. Insistir en la formación y que ésta sea multidisciplinar y diversificada, sin distingos por precedencia profesional. El campo, la agricultura y la ganadería son espacios y quehaceres que requieren formación técnica en cultivos, de optimización de recursos hídricos, de mercados y tendencias, de distribución y de tecnologías respetuosas con el medio ambiente. Las subvenciones, las que se ofrecen con recursos públicos, no pueden concederse sin estar acompañadas de una formación adecuada y susceptible de ser demostrada.

                                       

El olivar es un bosque humanizado, plagado de historias pasadas y presentes, muchas de ellas protagonizadas por mujeres.

Desde siempre la mujer es participe activa en el campo. Además de los trabajos de cuidado mayoritariamente realizados por mujeres, también están fuertemente involucradas en las labores productivas, sociales, culturales y medioambientales del mundo rural. Por desgracia, muchas de estas historias se han visto invisibilizadas por la desigualdad y los convencionalismos sociales. Las mujeres que viven en entornos rurales se dejan la piel intentando ser reconocidas como verdaderas protagonistas en el mantenimiento de una economía y un modo de vida, pero ese trabajo sigue siendo considerado como algo suplementario y auxiliar. Si preguntas, muchas de ellas añaden con resignación: “yo me siento tratada en multitud de ocasiones como ‘la mujer de…, la ayudante de…’”. Otra dificultad que vive la mujer huertana (o del mundo rural), el concepto de corresponsabilidad, algo que está tardando demasiado en ser asimilado por los hombres y en particular por los hombres rurales que están mucho más anclados en los valores tradicionales. Trabajan codo a codo con los hombres por mantener la economía familiar, pero cuando se trata de la casa soportan una gran soledad cuidando del hogar y de mayores y menores. Las mujeres son las principales dinamizadoras de la vida social de nuestros pueblos, mantienen su economía con trabajo no remunerado, ¿quién si no, a parte de las mujeres, trabaja sin cobrar?, y además impulsan los cambios de mentalidad luchando por conseguir una sociedad igualitaria y equitativa. La prueba de todo ello está en que los pueblos que se quedan sin mujeres son pueblos muertos.

Las mujeres españolas en el siglo XX fueron, por causa de una monarquía cuasi absolutista, de Alfonso XIII, y la dictadura, la excepción europea. Mientras las inglesas, las francesas, las alemanas ganaban terreno en la igualdad y en sus derechos como seres humanos igual de válidos que los hombres, nuestras madres y abuelas vivieron sometidas al peso férreo de la misoginia edulcorada con el halo hipócrita, superficial y banal de secciones femeninas, corte y confección, sus labores y mucha misa y procesión. Ignorar, quizás, que las mujeres españolas, hasta hace pocas décadas, tenían negados, por ley, sus derechos más básicos como simples ciudadanos. Ignorar, quizás, que en este país la fuerza y el talento femenino fueron sometidos a los dictámenes de los que consideraban a las mujeres en exclusiva como amas de cría, modistillas, simples floreros no pensantes, o meros apéndices del hombre. Ignorar, también, que la fuerza de lo femenino está muy por encima de muros oscuros, de ideas mediocres que minusvaloran el enorme papel de la mujer en su entorno y en la sociedad. E ignorar, asimismo, que miles de mujeres en el siglo XX fueron, a pesar de todo, el alma de la vida intelectual, familiar y afectiva de un país dirigido por mediocres. Muchas mujeres fueron, en silencio, eso y mucho más.

La naturaleza es tan sabía que no nos hizo iguales. Al contrario, nos hizo muy distintos, de modo que lo que nos falta a los hombres lo tienen las mujeres y viceversa. Esta diferencia no nos separa, nos complementa.
 
                                 

Palabras que manan de mi cariño, de mi amor, de mi pesar y de mi muy sentida visión de lo que representa la mujer. Palabras que nacen entre latidos de mi corazón, tan involucrado con él, con su respirar profundo y con su acontecer, palabras que pueblan amorosas estos párrafos llenos de humanidad para ti: Mujer y Madre; moradoras insignes de tan digno y magistral escenario de eterna naturaleza: lugar donde se registra y florece, con suma majestad "La Tierra" sin agotarse nunca en sus surcos.

Puede ser que sea cobarde y sólo me atreva a explicarme a través de estas letras, tal vez aún no he encontrado el momento o simplemente por algún absurdo pudor no he tenido el valor hacerlo frente a frente. Vivo lleno del fervor romántico que nace de lo hondo de mi alma y de la pasión que hay en el corazón desde donde nacen a raudales siempre, siempre, todos mis empeños, desde donde te dedico este minúsculo cantar.

Recuerdo cuándo nos vimos por primera vez, de esto hace ya año y medio. Quizá ni siquiera nos caímos bien ‘de entrada’ o fue todo lo contrario y establecimos una conexión especial a primera vista. TÚ eres también esa mujer, que, en ese día, me dejaste de recuerdo tu eterna sonrisa, tu medida sonrisa perfecta, ni tan amplia como para no ser creíble y ni tan tímida como para no apreciarla a simple vista.

Hoy, también estás en mí y haces mejor mi mundo: me fascina tu transparencia, tu capacidad de disfrutar, de improvisar, me has enseñado a ver siempre el lado positivo y adoro el modo en que te ríes de ti misma (aunque sea para disimular tu alma rota). Si sirve como metáfora: eres una de las baldosas del suelo firme por el que piso.

Me coloco a tu lado, te miro, te observo y aprendo. Te pido consejos que escucho con atención, porque sé, que, aunque no los siga, me ayudarán a andar mi propio camino. Me enseñas incluso cuando te equivocas. Contigo cerca quiero llegar a ser lo que quiero ser. Me das una serena seguridad.

Da igual si nos vemos a diario, si ya no coincidimos tanto, extendemos nuestros encuentros, o si, por vueltas de la vida, no nos veremos más. En algún momento de nuestras vidas nos cruzamos, de algún modo me fascinaste y quedaste en mí. Tú eres mi inspiración, te admiro y, te guste o no, me acompañarás siempre. Te quiero porque a tu lado río con las penas y lloro de alegría.

Por todo esto y muchas cosas hoy quiero gritar que te necesito en mi vida, en mi mundo, en mi mente. Porque contigo he comprobado que las Hadas Existen.

Myriam es una de esas mujeres que, en medio de una sociedad vulgar y machista, hizo lo posible e imposible para dar brillo a su grandeza, a su belleza, a su fuerza y a su luz, por más que los dogmas, las convenciones o la mediocridad que pudiera haber en su derredor intentaran someterlas y anularlas. Y eso, en el fondo, da igual, porque la fuerza, la grandeza y la excelencia de alguien se expanden a su alrededor. De ella, si te esfuerzas y estas dispuesto a aprender, puedes tener una maestra para charlar, pensar, sentir, querer saber y buscar la verdad, respetar, amar, honrar a la vida y a todas las vidas…, y a valorar, por encima de todo, los tesoros de las cosas del corazón.

Hoy como ayer y no sabemos si también como mañana, las personas hacemos poco o nulo uso de nuestra capacidad de elegir como vivir; ya que, o nos inducen a aceptar una determinada manera de hacerlo o nos torturan de mil maneras para obligarnos a aceptarlo. Myriam es de esa clase, que, salvando todas sus contradicciones personales, ha sabido capear las tormentas y, sí, elegir cómo, dónde, cuándo y cuánto debía ‘vivir’ y hacer el uso de esa libertad.

No tienes miedo a soñar a pesar de lo que diga la gente, e iluminas tu entorno al atreverte a ser tú misma. Sonríes a la vida y encuentras la belleza en lo más pequeño, como un abrazo, un te quiero, la risa de alguien a quien amas. Siempre tienes la mano extendida para apoyar al que lo necesita, porque sabes que, tu y yo, juntos somos más fuertes. Pones amor en todo lo que haces y la gente siente tu cariño a través de tus acciones y buscas mejorar día a día, para convertirte en la mejor mujer que puedas llegar a ser. Haces de todos los días una nueva aventura y no te das por vencida y luchas hasta conseguir lo que te propones.

Los emprendimientos con éxito forman parte de un equipo, donde además de formación, trabajo organizado y concienzudo, se valore el riesgo y se disponga de financiación y medios suficientes para acometerlos. Myriam está haciendo cambiar mentalidades y está ofreciendo una amplia labor como una buena profesional comprometida y formada. No habría conseguido recorrer el camino actual sin ella al lado, así decía Gabriel García Márquez: “Vosotras, mujeres, aportáis luz en las sombras”.

                                        

Mujer excelsa y anhelada, eres el trazo azul de mi cielo, donde nada para mí es tan sublime y sincero, como los besos del amor que te doy desde mis más apasionados sueños. Besos, que se llevan para siempre en la piel y que no se olvidan, portadores dichosos de una infinita humanidad, de perennes afectos y de la magnitud de todos mis sentidos: ¡Cielo tú sabes cuánto te quiero!

Para la luz de muchas mujeres que nos precedieron o que aún siguen en el camino abierto; para la inmensa y eterna luz de mi madre, para Myriam, mi profundo homenaje.

“En la vida ni se gana ni se pierde,
Ni se fracasa
Ni se triunfa.
En la vida se aprende,
Se crece,
Se descubre,
Se escribe,
Se borra.
Y se reescribe otra vez,
Se hila,
Se deshila y
Se vuelve a hilar.
El día que comprendí que lo único que me voy a llevar es lo que vivo,
Empecé a vivir lo que me quiero llevar”

(Poesía Purépecha ‘Mexica Tea hui’ - Anónimo)