domingo, 24 de enero de 2016

DE LA DESOLACION... DE LA SATISFACCION... DEL TRIUNFO... DE LA DERROTA… DOS ES EL NUMERO PERFECTO… O ‘UNA HISTORIA DE AMOR’


Todos lo sabemos: la grandeza de los cuentos radica no sólo en el material del que se parte o la calidad del narrador, sino en su riqueza para cambiar. Sólo hay que pensar en que nunca escuchamos dos veces igual un cuento aunque sea el mismo cuento. Como decía Bowie (vaya aquí mi homenaje)... 'ch-ch-ch-ch-changes'.... https://youtu.be/SWogvaVsvTg ... Entonces por qué nos empeñamos en recrearnos en volver a los cuentos que nos hacen revivir historias que nos traen 'desolación' ...

En el inicio del mes de octubre pensaba que tendría superado mi miedo escénico a estar sólo y desamparado no en tierra hostil pero si en lugar desconocido, que no otra cosa pensaba era dejarse ver y afrontar unas fiestas de pueblo, no para disfrutarlas sino para intentar ser coherente con mi oficio de artesano y quemar mis naves en la situación de 'vender' sin más apoyo que mi saber estar y mi producto inmejorable. Las fiestas eran las de Cadiar, pueblo situado en el centro de la Alpujarra de Granada, de carácter eminentemente local pero que sabiendo que era mi primera incursión en esas tareas podría ser una buena puerta para coger tablas... Me sentía desamparado ya días antes, pues la melancolía sobrevenida y el saber de la ausencia obligada de Antonio, el patroncito, me quemaban por dentro. No pensaba por un instante que la hazaña tornaría en ¡desolación!... Sólo mitigada por la presencia de personas a las que no tengo palabras para definir y agradecer su estado de postración junto a mí en tamaña tarea de sortear el mal tiempo y el frio, cuando los hubo, la soledad innata al vendedor de mercado, al feriante, al que se gana un puñado de euros con la paciencia de Job,... El primer día tormenta. Nada que hacer. Quedarse en el 'puesto' para que nadie te impida volver al día siguiente... Mojarse. Tiritar. Esperar el aliento del compañero ausente... Y tal se produce en una tarde dónde la noche hace su presencia gracias a la escasez de luz y al cielo encapotado. Nos trasladamos a un lugar apacible donde tomo refugio y vivo unas horas de relax y asueto al lado de mi amigo y socio... Me concede unas horas de charla y algunas risas y como siempre ocurre a su lado, una buena cena consistente en codillo y papas fritas y un trozo de milhojas de crema y chocolate y no sé cuantas cosas más... Antes un té reparador... Así termina el primer día... Amanece con sol radiante y buenaventura... Hace hasta calor en la calle y se me viene a la imaginación que el viernes va a cumplir con la expectación de un pueblo en fiestas sometido a la climatología cambiante de la sierra... Y tanto es así qué dando las tres en el reloj comienza de nuevo esa lucha entre los qué andamos resguardándonos del inclemente tiempo y éste en su empeño de demostrar qué la Naturaleza no tiene amo ni dueño… Me asiste la paz y el sosiego trasmutadas en hombre de juvenil porte y mucho vivido y sabido en tierra tan hostil como la veo… Su nombre Andrés. Su cuna Álvarez Rodríguez. Su lugar Cojayar… Doce horas de triste y desolada estación pasó bajo un plástico y un paraguas sentado a la espera de los bienaventurados qué decidieran sopesar la sabrosura qué la mesa de vendedor ofrecía… A las tres de la madrugada del tercero concluye este día segundo… ¡Sábado! Día prometedor. Culmen de las fiestas aún cuando ya salen otras poblaciones como competencia y más transitadas y con más ‘solera’ de mercado qué Cadiar… Pero me propongo no bajar la guardia y hacerme merecedor del lugar qué quiero y pienso debe ocupar el producto qué me acompaña… Recibo los parabienes de mi anfitriona del lugar donde he pernoctado estas tres noches: me requiere para una foto de recuerdo de mi estancia en su casa y para posteriormente publicarla… La pequeña historia de este sábado es la visita sorpresa de alguien qué originó, tantos años después, volvieran a revolotear mariposas en mi interior, asombrarán mi cabeza estrellas e iluminaria mi corazón un Cupido imaginado años ha… Y el resumen de un ‘desorden’ qué sólo la llegada y salida triunfante del ‘Mercado Artesanía y de Oficios de Terque’ apagó la hoguera qué habría supuesto el fracaso anterior en Cadiar, salvo dejar en el lugar buenas gentes, tener buenas vibraciones, conservar la estima y empatía por los qué supieron acompañar en momentos difíciles e iniciáticos.



Antonio y yo, sin mala intención nos habíamos conjurado para no hablar en público o en privado el uno del otro, ni bien ni mal, ni de una cosa cualquiera y de cualquiera de nosotros como una vacuna contra los elogios mutuos. Sin embargo, hace 5 años y medio y en este mismo sitio de Almería, él y yo nos encontramos por primera vez. Ese encuentro qué efectivamente parecía ser en verdad el primero, no dejo nada especial salvo acaso el abono para qué un año después y después de otro año, le oí decir algo casual: ‘ya sabes dónde vivo’. Fue una revelación que me transportó de golpe a mis años de universitario, donde los qué andábamos en casas alquiladas para compartir piso, nos refugiábamos y acompañábamos los unos a los otros para estudiar o sentir qué el triunfo estaba al alcance de la mano. Tuvieron que pasar 2 años hasta aquella tarde en su casa de Plaza de Toros, para reconocer de pronto en la voz estentórea, los pies de niño grande, la firmeza de sus manos capaces de pasar ‘una aguja por el ojo de un camello’, con lo qué ello representa de esfuerzo y precisión en ese esfuerzo, la autoridad qué emanaba de sus silencios y su mirada de gato atento a cualquier movimiento externo, qué me hallaba ante un ser humano ‘diferente’ y ‘fiel’… Ojalá, pensé, esté niño grande, qué gusta de juegos y acertijos, sepa ver qué todo su potencial reside en su ser intimo… Ese qué nada ni nadie habrá de descubrir… Porque nada ni nadie perturba su instinto de perpetuación… 'Nadie imagina cuál es el alto precio que paga por ser el hombre más en su lugar del mundo'… La única vez que de veras me he creído a punto de morir, también estaba con él y sin él hubiera fenecido, tal era mi deseo oculto – en tiempos convulsos y de emociones transgresoras con la propia vida - 'Me jodió' (¿?)… Al contrario: sólo agradecimiento y deuda eterna conservaré hacia él… Lo único que lamento, de esos años, fue no poder cobrarle, tanto como pagarle, los resentimientos atrasados, porque ya habíamos digerido tanta música y tanta des/dicha juntos, que no teníamos caminos de regreso. De modo que seguimos de amigos, de cuasi-hermanos, de socios, de patrón y empleado, muy a pesar del abismo insondable que se abre en el centro de su vasto saber culinario, y que lo qué ha de separarnos sino para siempre al menos en momentos: su insensibilidad para el baile y el elevar las alas al vuelo. Antonio ha sufrido ya los muchos riesgos de su oficio, raros e innumerables. Dedicado de lleno a su hacer ha tenido qué ‘torear’ a cuantos personajes han sido causa de sus desapegos hacia la inmutabilidad de un oficio que por su solo nombre debería ser admirable… No en el caso de los llamados ‘primeros espadas o consagrados’… Pues no hay mayor consagración qué el sacrifico qué supone soportar horarios qué en el sano juicio de cualquiera estaría vedado, soportar innecesarios apremios de quienes no cruzan el umbral del peligro al sortear el filo de un cuchillo, la temperatura de una plancha ardiendo, el agua hirviendo, la llama de una fuego, el corte de una tijera de limpieza, los aromas de un producto en mal estado, los humores de los qué no saben, no entienden, no soportan… Desde los 18 años, desde Almería, pasando por Granada y volviendo a Almería… Un periplo de idas y vueltas, entradas y salidas… Por el sólo hecho de querer demostrarse sabio, terco, insatisfecho, seguro, eterna promesa y así podría seguir adjetivando, sin cambiar su modo de ser. Lo que más aprecio, seguro qué también los qué bien lo conocen, desde siempre, es su generosidad de maestro de escuela, con una vocación feroz que ejerce hasta el extremo de desatender olvidos inmateriales qué un ser humano como él no debiera. Ningún, permitidme la licencia comparativa, orfebre-alquimista-creador-diseñador, en definitiva restaurador, que yo conozca se ocupa tanto como él de los otros, y en especial de los más cercanos a si y a los qué consigo son. Los instiga a la poesía qué representa un plato cocinado con todo esmero, respeto, amor…, los pervierte con secretos indescifrables, los hipnotiza con sus sabores y esencias, convencido de que es posible ser cocinero sin morir en el intento.
 


Nadie se ha beneficiado más que yo de esa ‘escasa’ virtud. Es Antonio quien me llevó a mi primer enfrentamiento con una cocina profesional y me dijo: 'Ahí tienes, contigo, para que aprendas'. Nunca se imaginó en la que se había metido. Pues con la aventura qué me dejó trazar aprendí no sólo a ver el oficio de restaurador de otro modo, sino a tener siempre lista una idea o una duda distintas para no dejar de contar y hacer realidad mis deseos, más bien sueños. Desde entonces ha sido el primer receptor de mis originales o impetuosas salidas de tono, ideas, experimentos... Sus juicios son, a veces, tan crudos, pero también tan razonados, que por lo menos cuido qué nada salga ya de mí sin meditar sobre lo qué él puede pensar… Aunque cierto es que la anarquía no es su fuerte... Yo mismo no podría decir qué tanto hay de él en casi todo lo qué imagino, pero hay mucho. Me pregunto a menudo cómo es que esta amistad ha podido prosperar en estos tiempos tan ruines. La respuesta es simple: Antonio y yo hemos aprendido a respetar nuestros tiempos, espacios, libertades en suma. Nos vemos muy mucho por cosas de tener a ‘Casa de Avío’ como nudo gordiano de ésta relación de amistad, y muy poco sólo para ser amigos. Cuando quiero verlo, o él quiere verme, y estoy convencido qué así se comporta siempre, nos llamamos antes para estar seguros de que queremos vernos. Sólo una vez violé esta regla de amistad elemental, y me dio entonces una prueba máxima de la clase de amigo que es capaz de ser. Fue así: ahogado de desamor y emoción incontenida por una mujer (de cuyo nombre no quiero acordarme), toqué a las puertas qué guardan su corazón, su alma integra, y su casa, donde Antonio sobrelleva su vida de soltero y en orden, sin necesidad de explicación algún y ante su mirada todavía incrédula, dejo qué me instalara por tiempo indefinido, sin preguntar, sin condiciones, sin peticiones… Y dejando que mi cuerpo, mi corazón, mi alma, resistieran si así era, desistieran si también existía la posibilidad, durmiera y olvidara el tiempo si era mi deseo… Antonio no me ha dicho nunca una palabra sobre el asalto a qué lo sometí, ni movió un dedo para saber, y yo he tenido que esperar hasta esta noche para expresarle mi remordimiento. Otro ejemplo de esta amistad es que juntos hemos salido y entrado de viaje. Esto nos ha permitido ocuparnos de otros y de otras cosas la mayor parte del tiempo, y sólo ocuparnos el uno del otro cuando en realidad valía la pena. Para mí, las horas interminables de carreteras, esperas de vuelos, paseos y descansos, han sido la universidad del arte y la letra donde siempre nos gusta ubicarnos. De Almería a Granada, Sevilla, Madrid, Bruselas, Londres, Belfast, Dublín, Derry… Con todo, los mejores recuerdos no han sido las clases sino los recreos, valga la metáfora… Reír sabe reírse de sí y con los demás… Serio como es… No deja qué una juerga le perturbe pero si suelta adrenalina como se debe para dejar qué el cuerpo y mente no desfallezcan… Con la misma serenidad, que le va en el porte, no tanto por su efectiva artesanía como por ser el hombre más simpático, a veces cuando gusta de sorprender, por donde quiera que pasaba iba dejando el rastro inolvidable de sus exagerados cuidados en el oficios, de sus exquisitas comilonas suicidas elaboradas para perdurar, de sus exabruptos geniales por no respetar su bien ganado prestigio de sonambulista. Sólo quienes lo conocemos y lo queremos más sabemos que no son más que aspavientos para asustar a sus fantasmas. Nadie puede imaginarse cuál es el altísimo precio que paga Antonio por la gracia / desgracia de ser tan como es. Lo he visto tendido en la penumbra de su estudio, con nostalgia de conciencia, la que no le envidio, pero qué por fortuna, esa soledad incurable es la otra madre a la que debe su inmensa sabiduría, su descomunal capacidad de lectura, su curiosidad infinita, y la hermosura quimérica y la desolación interminable de su arte.
Siempre he pensado que su creación estaba (‘capada’) desvalorizada por sus oficios tiránicos. Además agravada por el desastre de su falta de inquina hacia esos tiranos qué lo esclavizaban, que dudo qué no sea también así en la actualidad… Él me dijo cuando atreví a poner tal cosa sobre la mesa, hace algún tiempo, que tan pronto como se hiciera dueño y señor de su existencia como restaurador iba a ponerse al día con sus libros y sus ansias de emular a los artesanos visionarios, qué los hubo, hay y habrá. Que sea así, y que atreva a saltar sin paracaídas desde su cielo inmenso en saber eterno a la tierra firme de una, deseo con todo sea como lo pienso, gloria abundante y merecida, ha de ser uno de los grandes hallazgos de nuestra sabia y tradicional cocina, innovando con fundamento. Antonio, en su vida misma, es la representación de un vidente que sabe a ciencia cierta que nunca volveremos a encontrar el paraíso perdido, pero qué no será por él, en su saber y empuje juvenil, qué no volvamos a andar ‘los pasos perdidos’. Quede aquí este pseudo-homenaje, por primera vez sin falsos pudores, sin miedo a llorar, y sólo para decirle con todo el corazón, cuánto lo admiro, carajo, y cuánto lo quiero, él, mi ‘patroncito’



Y aún así, me temo qué lo importante nunca soy capaz de explicártelo. Valga esta canción, de una mujer sin parangón, para entenderme y entender mi naturaleza si haces el esfuerzo de imaginar que ‘ella es él’ o ‘donde hay mujer sitúa un hombre y viceversa’… https://youtu.be/JTELbFzlyHw - La Vida es Hacer para Recordar en el día de nuestra muerte -

Nota del Autor... Ah!!! Y mis disculpas por ser tan perezoso en escribir… No ha sido un otoño para dejar qué la imaginación, mente, corazón, pulso, emoción,…, y tantas y tantas sensaciones adsorbidas o destiladas sean pasto de este autor o pseudo-autor.

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